Un cliente muy especial
ubo una vez un panadero llamado Revés, que preparaba cada noche con esmero deliciosas facturas; pero a la mañana siguiente, siempre le faltaba alguna.
El creía que un ratón era el causante de esas desapariciones, aunque eso no era lógico, porque tenía su negocio muy limpio y todos sus vecinos lo consideraban el mejor de la cuadra.
Ya cansado de esta situación y para averiguar lo que realmente pasaba, se convirtió en detective. En un primer momento, no pudo descubrir nada. Pasó una semana y tampoco encontró nada.
Estaba a punto de darse por vencido, cuando una madrugada escuchó un ruido en la cocina de su casa. Se levantó de la cama temblando de miedo y armado solo con una pantufla, se dirigió hacia allí.
Tan grande fue la sorpresa al prender la luz, que del susto casi se desmayó, al ver sobre la mesa a aquella criatura, devorando sus facturas. ¡No lo podía creer! ¡Un pato color azul y pico rojo era el causante, que cada mañana de sus bandejas faltara algo!
Le resultó tan gracioso verlo comer y comer, que rió a carcajadas. Por eso el panadero lo quiso tener como cliente y desde entonces cada noche don Revés comenzó a dejar una exquisita factura, en una bandeja de plata, para el pato pico rojo.